TERREMOTO 22 DE MAYO DE 1960 :HISTORIAS PARA RECORDAR

TERREMOTO 22 DE MAYO DE 1960 :HISTORIAS PARA RECORDAR 

TERREMOTO 22 DE MAYO DE 1960 : HISTORIAS PARA RECORDAR

 

Por Félix Berger Mercado

 

Cuando ocurre un cataclismo, un desastre, una desgracia o una tragedia, en nuestro país o el mundo, al cabo de unos minutos podemos ver la información por televisión, facebook, whatsapp, instagram, youtube.

 

Mientras los medios de comunicación despliegan a sus periodistas, corresponsales, reporteros, camarógrafos al lugar de los hechos, entremedio se pinchan las cámaras por ejemplo de la Unidad Operativa de Control del Tránsito ,UOCT, a la espera de que lleguen los registros audiovisuales de sus profesionales que se van alternando con lo publicado en las redes sociales y en las distintas plataformas de información.

 

Cada terremoto, tsunami, desborde de ríos, lagos, erupción volcánica, aludes, marejadas, la vivimos en directo o con poco tiempo de desfase. No esperamos informamos por el diario al día siguiente.

 

Somos testigos de las tragedias, es como tener un palco en nuestra casa viendo estos hechos por televisión, o estar leyéndolos en las redes sociales cómodamente sentados en un sofá, o en la cama. Vivimos los sucesos a través de las redes sociales. Como que nos gusta eso, ya nada nos asombra. Y las comentamos convenientemente tomando un café o picando alguna cosa.

 

Y si nos toca estar, o vivir un alud, erupción, terremoto, tsunami, desborde de un río, tornado, primero sacamos la foto, o nos ponemos a grabar, primero, ahí mismo, subimos el video o las fotos a nuestra página de facebook, instagram, whatsapp, luego la compartimos con nuestros amigos, y al final, ……..arrancamos.

 

Por lo tanto, cada hecho va quedando registrado por distintas personas, lo que con el tiempo conformará un interesante archivo histórico.

Antes para el terremoto de 1960, era diferente, no había televisión, internet, redes sociales, los teléfonos eran escasos, teníamos la radio y los diarios, y también podríamos incluir el telégrafo, eso era lo que estaba a mano para informarnos de una tragedia nacional o mundial.

 

Si había una desgracia , para saber de un familiar, no era llegar y llamar como ahora, pocos poseían un aparato telefónico, por lo que había que pedirle el teléfono al vecino, o recorrer largas distancias para que un amigo te preste el teléfono, o un radioaficionado que te haga el favor de comunicarse con el lugar del terremoto, erupción, y así tratar de saber más, o si tenías suerte, la Centralita Telefónica, te podía salvar siempre y cuando la pudieras encontrar abierta y conectarte así con tus hijos, padres , parientes y amigos. O recurrir al telégrafo, enviar un telegrama y esperar que te respondan. Y eso, porque si el cataclismo afectaba a radios y diarios, no te quedaba más que esperar, hasta que volvieran a funcionar estos medios de comunicación.

 

En ese entonces, para informarnos debíamos esperar los diarios del día siguiente o escuchar la radio. No había instantaneidad, como ahora. La televisión en Chile inició sus transmisiones durante 1959.

 

Esa era la realidad para el terremoto de 1960, donde en el norte por falta de esta inmediatez en la información, creían que muchas ciudades del sur habían desaparecido por este movimiento telúrico.

 

El “Terremoto de Valdivia”, con sus 9, 5º Richter arrasó con todo el sur de Chile. Este sismo de 9 minutos, 45 segundos, del 22 de mayo de 1960, que se inició a las 15:10 horas, sería también el más grande y de los mayores de la historia mundial, ocupando el primer lugar planetario en el ranking de sismos, provocó el pánico, la angustia y el terror de la población, debido a que sus casi diez minutos de duración se hacían eternos y nunca terminaban. Al final muerte, destrucción, desolación y frustración fue lo que quedó y después a reconstruir. No sólo afectó a esta zona del país, sino que también al resto del mundo donde por la acción del tsunami provocó muertes en Hawai, Japón y Filipinas por mencionar algunos lugares. Si lo comparamos con el 27 F algunos científicos señalan que el de Valdivia fue unas 20 veces mayor.

 

Para que tengamos una idea de lo que fue este terremoto, lo vamos a comparar con los últimos que han ocurrido en el país:

Terremoto de Valdivia:

Fecha: 22 de mayo de 1960

Magnitud: 9.5° Richter

Duración: 10 minutos

Fallecidos: Aproximadamente 2.000 personas

Profundidad: 34 km

 

Terremoto de Cobquecura:

Fecha: 27 de febrero de 2010

Magnitud: 8.8° Richter

Duración: 4 minutos

Fallecidos: 525

Profundidad: 30,1 km

 

Terremoto de Illapel:

Fecha: 16 de septiembre de 2015

Magnitud: 8.4° Richter

Duración: 2 minutos

Fallecidos: 12

Profundidad: 15,1 km

 

Terremoto de Quellón:

Fecha: 25 de diciembre de 2016

Magnitud: 7.6° Richter

Duración: 2 minutos aproximadamente

Fallecidos: O

Profundidad: 30 km

 

La cantidad de terremotos se explica porque Chile está ubicado en una de las partes más sísmicas del mundo o del planeta, y bajo nuestros pies están la placa Nazca que se desplaza hacia el este y la Sudamericana al oeste, que al estar en permanente contacto la una con la otra provocan estos grandes eventos, por lo tanto, debemos aprender a convivir con terremotos y tsunamis; y sus consecuencias de destrucción de puentes, caminos, carreteras, edificios, viviendas, etc.

 

Finalmente, no nos queda más que estar preparados, enfatizar en la prevención, actualizar nuestra cartografía de riesgos y trabajarla, para mitigar daños en la población, porque al ser Chile un país sísmico y no poder saber cuándo, dónde y a qué hora vendrá otro terremoto, no nos queda más que ser proactivos, y estar siempre listos.

Dicho esto, veamos entonces lo que ocurrió hace 57 años en Llanquihue.

 

 

DOCUMENTO N° 1: ¡ALERTA AL MAREMOTO!

 

“Este es un boletín de alerta de maremoto. Un violento terremoto en Chile ha dado origen a un maremoto que se desplaza en todas direcciones por el Océano Pacífico. Se estima que la primera onda alcanzará la isla de Hawaii a medianoche y 30 minutos más tarde la isla de Oahu. Sus efectos destructivos durarán varias horas…..”

 

Mensaje del Observatorio Magnético de Honolulu. 22 de mayo de 1960.Citado por el Departamento de Navegación e Hidrografía de la Armada. “El maremoto del 22 de mayo de 1960”,pág 6

 

Fuente: Cunill,Pedro: “Geografía de Chile”, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1970, pp 33

 

 

 

DOCUMENTO N° 2: ” PUERTO VARAS 22 DE MAYO DE 1960”

 

El 21 de mayo a las 6 de la mañana hubo un fuerte temblor en Concepción y provincias vecinas el que también se sintió en Puerto Varas.

 

El domingo 22 de mayo de 1960 poco después de las 6 y media de la mañana hubo fuertes remezones de tierra los que no causaron daños; pero a las 15 horas comenzaron de nuevo los temblores los que después de 10 minutos se intensificaron de tal manera que por espacio de 2 minutos 24 segundos se destruyó todo. Parecía el fin del mundo. Las primeras ondas telúricas fueron de Este a Oeste, enseguida de arriba a abajo y a continuación de Norte a Sur. Las personas que salían de sus casas eran sacudidas de tal forma que caían al suelo a no ser que se hubieran podido sujetar a algún árbol u otro objeto. Se veía como la casa se movían y caían las chimeneas de piedra. Más de un mes se quedó Puerto Varas sin luz ni agua y sin poder usar las cocinas por la caída de las chimeneas.

 

Todas las calles del centro quedaron intransitables con los pavimentos levantados y con profundas hendiduras entre él. La Gruta y otras partes de la ciudad quedaron anegadas.

 

Colegio Inmaculada Concepción

El día 22 de mayo, día del gran terremoto en la zona sur, que en dos minutos y medio causó mucha destrucción en el Colegio y sobre todo destruyó la linda Capilla gótica, fue una providencia de Dios que la mayor parte de las alumnas estaban en sus casas y las religiosas con las 17 alumnas que aún estaban, salieran sin contratiempo del edificio, teniendo que sujetarse de lo que tenían a mano para no caer al suelo por el fuerte movimiento.

 

Una piedra cayó junto a la Madre Superiora Sor Oriola, pero a Dios gracias no alcanzó a hacerle daño. 11 chimeneas hubo que reconstruir en el colegio. Más de un mes las religiosas durmieron en la portería, pues la pared del sector habitada por ellas quedó muy averiada con la caída de la capilla y por mucho tiempo no se pudo conseguir carpinteros para las reparaciones. El parque que da hacia la quebrada de la gruta se deslizó unos 7 metros y los árboles sesentañeros quedaron en el fondo donde siguen creciendo. Poco a poco se hicieron las reparaciones y a principios de julio pudieron comenzar de nuevo las clases.

 

Fuente: Horn, Bernardo; Kinzel Enrique: “Puerto Varas y la Región del lago  131 años de Historia 1852-1983”  .Imprenta Horn, Puerto Varas,1983, pp 307 y 386

 

En tanto que en el Colegio Germania el terremoto deja sus secuelas de destrucción. Se suspendieron las clases durante un mes para reparar los daños.

 

 

 

LLANQUIHUE

DOCUMENTO N° 3:  EL FAUSTBALL, EL TERREMOTO DE 1960, Y LOS BOMBEROS. RELATO DE LO OCURRIDO EN LLANQUIHUE POR DIEDRICH WERNER HELD

 

 

Por Félix Berger Mercado

 

El voluntario de la Primera Compañía de Bomberos de Llanquihue Diedrich Werner se refiere a lo que fue el terremoto en dicha ciudad , destacando el trabajo de bomberos durante aproximadamente un mes .

 

Hijo del primer mártir de la Cía, hermano, padre, primo y tío de bomberos primerinos, también nos narra lo que vivió ese día:  “ Fue algo desesperante. El 22 de mayo de 1960, terminó el campeonato de faustball y nosotros acompañábamos a todas nuestras amistades y socios del Club a dejar al tren a los amigos que vinieron de Santiago principalmente. En ese tiempo estaba el tren llamado Flecha del Sur “

 

 Agrega que “Yo estaba en el Hotel Kusch junto a Eugenio Werner, y  llega Armin Werner que nos viene a buscar porque  habían llegado a la laguna  unos cuervos que son enemigos de la pesca, y dice “vamos”  “ya pues vamos”  le digo,  y nos subimos los tres a un bote, cuando de pronto empieza a hervir el agua, no sabíamos qué era, empezaban ruidos extraños, ya veíamos en ese momento el movimiento de las casas que se caían, escuchábamos ruidos atroces. Yo lo tengo en la retina todavía a don Carlos Lindinger Q.E.P.D que estaba en su patio, se paraba, se caía, se paraba y se caía, y los contornos de la laguna se iban derrumbando. Les dije a mis primos “hasta aquí no más llegamos”. La laguna estaba llena de carpas(peces) que saltaban fuera del agua. Era un espectáculo bien desagradable que yo no quisiera pasar otra vez”.

 

Indica que “Cuando logramos salir de la laguna, lo primero que hice fue ir a la casa y me acuerdo que andaba de corbata y de terno, era un día domingo. Nos habíamos levantado recién del almuerzo despidiéndonos de nuestros amigos del faustball y llegué a la calle Valdivieso. Todo estaba inundado. Al llegar a la casa estaba mi mamá, mi cuñado, una hermana y con mi papá ayudamos a sacar a una tía que teníamos hospedada. La casa estaba inundada en un metro de agua. La casa era antiguamente de Juan Torres y luego la compró mi papá, estaba frente al Molino Kinast, la casa era grande, se vendió después. Y ahí estábamos viviendo cuando ocurrió el terremoto “

 

 Enfatiza que, “Pero antes de ir a la casa, llegué al Cuartel de Bomberos, ahí me encontré con mi hermano que me pidió que fuera a la casa y él se iba a quedar en la Cía porque podía pasar cualquier cosa como un incendio por caída de las estufas, que éstas se dieran vuelta encendidas. No hacía mucho calor ese día. Pasaron algunos chasquitos, incluso una casa donde yo vivo, la estufa se dio vuelta y la marca de las brasas si uno ve bien, todavía se pueden ver. Gracias a Dios no pasó nada”

 

Finalmente, termina diciendo que “Después de reubicar a mi papá fuimos a la casa de don Julio Lengwenus y empezaron los turnos de noche para hacer guardia. Estos turnos eran bien sacrificados, uno no dormía nada, los movimientos y réplicas del sismo eran cada 10 o 15 minutos. Era desagradable. Yo me acuerdo que a mí me tocó estar en el puente de Sotomayor, era un puentecito que unía a la laguna con el desagüe, cayó ese puente y hubo que repararlo para que la gente pudiera pasar. Me tocó la guardia junto a Ernesto Tenorio, y nos ubicamos un pedazo de techo que cayó ahí para protegernos de la lluvia, y esperamos ahí a los que hacían la ronda para ver como andaba todo. Logramos hacer un fueguito. Estuvimos de guardia más de un mes. Las pérdidas por la caída de la casa fueron enormes. Había que esperar que bajen las aguas para que todo seque nuevamente y poder entrar. En ese tiempo hasta el cura párroco, un español, hacía guardia”.

 

 

 

DOCUMENTO N°4: “LIBROS Y DIARIOS SE REFERÍAN DE ESTA MANERA A LO OCURRIDO EL DÍA DEL TERREMOTO” :  VEAMOS 

 

Puerto Varas

En Puerto Varas “se veía como las casas se movían y caían las chimeneas de piedra. Un mes se quedó Puerto Varas sin luz ni agua y sin poder usar las cocinas por la caída de las chimeneas. Todas las calles del centro quedaron intransitables y con profundas hendiduras. La Gruta y otras partes de la ciudad quedaron anegadas. Se lamenta la destrucción de la capilla estilo gótico del Colegio de la Sagrada Familia (Inmaculada Concepción).

 

   Puerto Montt

Mientras que en Puerto Montt el terremoto fue enormemente destructivo. El que haya sido a las 15:10 horas posibilitó que las muertes no sobrepasaran las 100 y que los habitantes no fueran sorprendidos durmiendo. Los equipos de radio Llanquihue fueron destruidos, pero pudo seguir transmitiendo desde su planta de transmisiones, en tanto, el edificio del Diario El Llanquihue quedó con serios daños estructurales, también sus linotipias, comenzó a reimprimirse el domingo 29 con una hoja de noticias por ambos lados. El 31 de mayo se amplió a cuatro páginas y el 18 de junio volvió a la normalidad.

 

    Los diarios y radios de Santiago pedían informaciones a sus corresponsales desde el único teléfono que se habilitó al día siguiente con equipo electrógeno en la Compañía de Teléfonos ubicada en calle Benavente.

 

El Diario “La Segunda” informaba de un doble terremoto en el sur, porque el día 21 de mayo había ocurrido uno en Concepción y el domingo 22 de mayo en Valdivia que es el que nos afectó a nosotros. “Las Últimas Noticias” decía que ese terremoto el del 22 de mayo, fue  el  más destructivo de toda la historia, cobró mucho menos vida que las que pudo haberse  llevado. Tuvo una intensidad de 8.7 grados Richter equivalentes a 11-12 en la Escala de Mercalli. Pudo haber sido peor. 964 personas fallecieron de Valdivia al sur. Inundó 800 kms de costa y borró del mapa a varias localidades. En Corral una nave quedó escorada en plena plaza y vastas zonas de Valdivia que habían sido agrícolas se inundarían permanentemente

 

 

DOCUMENTO N° 5 “CHILOÉ”  

El terremoto-maremoto que asolara el sur del país, a las 15:10 horas del día 22 de mayo de 1960, hundió a la Isla Grande de Chiloé en un promedio de 1 metro y medio, lo que cambió los sectores portuarios de sus pueblos y caletas, cuyas viviendas costeras fueron destruidas, y las  que lograron conservarse tuvieron que posteriormente ser trasladadas o simplemente desarmadas.

 

En el puerto de Ancud, cientos de casas se las “tragó” el maremoto, y nunca se ha podido determinar exactamente el número de muertos, haciéndose subir a más de quinientas personas, ya que muchas embarcaciones se encontraban en alta mar, en faenas de pesca, más los que perecieron en sus destruidas o “navegadas” casas.

 

En el puerto de Castro, inmediatamente acaecido el sismo, se produjeron incendios en sus principales arterias como calle Thompson y calle Blanco, transformándose en una verdadera ciudad bombardeada, tanto es así, que por radios de Santiago, en los primeros flash se decía que aviones que habían sobrevolado  la ciudad de Castro informaban que la ciudad ardía totalmente, mientras el resplandor en la noche se percibía desde el vecino pueblo de Chonchi, |18 kilómetros al sur.

 

Quellón, Queilen, Curaco de Vélez, Achao y otros puertos sufrieron las consecuencias del terremoto-maremoto, mientras hasta los más incrédulos, de rodillas clamaban la ayuda de Dios.

 

Pero los pueblos, al día siguiente se levantaban para reconstruirse, en tanto un puente aéreo internacional trasladaba a los ancianos y niños hacia la capital del país, mientras se movilizaba un pueblo entero en ayuda de sus hermanos del sur como lo hicieron los universitarios en Santiago, donde en las poblaciones más humildes la ayuda fue más generosa.

 

El estoico pueblo chilote, varias veces pasto del fuego en sus ciudades como Castro, se puso una vez más de pie y salió adelante, volviendo a florecer el deseo vehemente de progresar y seguir laborando por el terruño, por sus familias, hijos o nietos.

Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt , Edición Centenario, 12 de febrero de 1985, pp D 12

 

 

 

DOCUMENTO N° 6: “PUERTO MONTT SUCUMBIÓ AL TERREMOTO DE 1960”

 

El devastador terremoto del 22 de mayo de 1960 marcó, sin lugar a duda, un antes y un después para la historia de Puerto Montt, porque después de la tragedia tuvo que renacer de sus escombros y cenizas para convertirse en una ciudad progresista y con perspectivas ciertas de desarrollo que se han materializado con el transcurso del tiempo.

Según las mediciones realizadas en la época, el movimiento telúrico alcanzó en la capital provincial entre 8 y 11° Richter, dependiendo de la altura y del lugar. Un 85 por ciento de las casas resultaron destruidas.

 

Mientras en los sectores altos de la ciudad se registraron índices de un solo dígito, en el sector del puerto, el centro, la costanera y la estación de ferrocarriles la intensidad fue tal que hasta la tierra se abrió, tragándose todo lo que había a su alrededor. En Angelmó, la onda sísmica chocó contra el cerro que allí existe y se devolvió con un golpe reforzado hacia el puerto.

 

El día anterior hubo un “aviso” en la ciudad de Concepción y Talcahuano, con un fuerte terremoto (entre 6 y 7 grados) que causó grandes daños en ambos lugares. Pero nadie se imaginaría que al día siguiente la madre naturaleza no tendría piedad con la tierra y el mar algunos kilómetros más al sur de la ciudad penquista, entre puerto Saavedra y el sur de Chiloé.

 

El cataclismo  

A las 15:10 horas de la apacible y algo soleada tarde del 22 de mayo en la capital de la provincia de Llanquihue, Chiloé y zonas aledañas hubo un primer remezón, pero rápidamente volvió a la calma. Aun así, la gente quedó atemorizada y salió de sus casas. Este hecho posibilitó que finalmente con el terremoto principal las muertes oficiales no sobrepasaran las 100 personas, sin contar, por supuesto, a los cientos de desaparecidos.

 

A la hora del día en que ocurrió el terremoto también ayudó a que miles de habitantes no fuesen sorprendidos durmiendo en sus horas habituales de sueño.

 

Después del primer sismo no se vio volar ningún pájaro. De pronto comenzó a oírse un fuerte ruido subterráneo y acto seguido la tierra comenzó a bailar frenéticamente al ritmo de la muerte y la desolación; los árboles se caían como palitos de fósforos, las casas se inclinaban hasta tocar el resquebrajado suelo, mientras otras se derrumbaban completas y el pavimento se contorneaba en un sube y baja sin cesar.

 

En la población Modelo, una de las más afectadas de la ciudad, se inició rápidamente el rescate de la gente que había quedado viva, después que la gran mayoría murió aplastada por los derrumbes del cerro, con casa y todo.

 

 Incluso un niño de nombre Ramón Andrade Pinochet quedó atrapado hasta el pecho en la calle Christian Brahm y los cuerpos de sus hermanos y su madre debajo de él. Los bomberos trabajaron durante varias horas para rescatarlo, mientras sus vecinas le daban leche caliente para que no desfalleciera. Hoy ese niño es un destacado profesional y ejerce en Chiloé y no ha olvidado esa aterradora experiencia.

 

Más daños 

Las casas que aún estaban en pie en calle las calles Chorrillos y Miraflores quedaron casi todas inclinadas como afirmándose unas con otras. En el barrio del puerto hubo varios caserones antiguos que cayeron en el acto y hubo un intenso trabajo para rescatar a los pocos que quedaron vivos. En la antigua calle Rosselot algunos parroquianos y las niñas que atendían las casas de citas llegaron a la calle sólo con lo poco y nada puesto.

 

El relleno de la costanera se quebró y se hundió, el Hotel Vicente Pérez Rosales se inclinó hacia el mar, pero posteriormente fue recuperado. El puerto se perdió completamente, salvo dos bodegas que quedaron ruinosas; la estación de ferrocarriles corrió igual suerte; el edificio nuevo de la Base Naval que estaba en la etapa de terminaciones quedó también destruido; en Chamiza se cayó el puente sobre el río y quedó aislado el único aeropuerto oficial, aunque La Paloma estaba intacto y el del Tepual estaba sólo la pista finalizada pero no entregada.

 

Hospital

Se cortó la energía eléctrica y también el suministro de agua. Ambos servicios estuvieron sin funcionamiento durante largos tres meses con el consiguiente perjuicio a la población seriamente afectada. Bomberos dispuso un equipo de electricidad autónomo para el Hospital, mientras que la aterrada población recurría a las numerosas vertientes que cruzan la ciudad para buscar el vital elemento.

 

El hospital quedó gravemente dañado y los enfermos más recuperados fueron enviados a sus casas, los que aún las tenían. A los pocos días el resto del hospital tuvo que ser evacuado para seguir atendiendo en el Liceo de Hombres, mientras   el Colegio San Javier le ofreció-en un hermoso gesto- la solidaridad al Liceo para atender a sus alumnos.

 

Jorge Yuraszeck: Intendente en la calle 

El intendente de la provincia de Llanquihue en aquel entonces, Jorge Brahm Yuraszeck, estaba en la isla Tenglo con parte de sus familiares al momento de ocurrir la tragedia y rápidamente cruzó el canal para tratar de ayudar en lo que pudiera.

 

No podía creer lo que veían sus ojos y, con gran entereza, esa misma noche reunió a sus colaboradores y comenzó a trabajar sentado en la calle junto a la luz de una vela para coordinar la operación central de emergencia con toque de queda. A las pocas horas las fuerzas ocuparon lo que quedaba de la ciudad.

 

Con Brahm estuvieron Lautaro Farías, Comandante de Grupo de Aviación N° 5 de la Fuerza Aérea de Chamiza; Eugenio Fernández y Manuel Vargas funcionario de la Intendencia, y el abogado Alberto Ebensperger. Ellos estuvieron permanentemente coordinados con miembros de la Cruz Roja, Fuerzas Armadas, radioaficionados y , principalmente, con las compañías de bomberos que prestaron valiosa y necesaria ayuda desde el momento mismo del cataclismo.

 

No al pillaje 

Sin embargo, hubo varias personas, sobre todo dueños de locales comerciales de calle Varas que quedaron en las ruinas, que se fueron en la noche con linternas para ver cómo habían quedado sus negocios. Fue un error, pues al ser sorprendidos en tal actitud, fueron detenidos junto a otras personas que estaban merodeando en el puerto donde había mucha mercancía a la vista.

 

A la mañana siguiente, varias mujeres gritaban que en un recinto militar estaban fusilando gente por las descargas que habían escuchado. Después se supo que tales descargas eran una advertencia y los detenidos quedaron en libertad. Gracias a esto, no se denunciaron actos de saqueos y pillajes durante la tragedia.

 

Primeras medidas 

Aproximadamente 240 casas de uno y dos pisos de la población “18 de Septiembre” fueron ocupadas por mil familias damnificadas, de a cinco personas por casa, en lo posible. No funcionaban los baños, pero las instrucciones que se daban eran precisas: higiene total, no consumir el agua que entregaban los bomberos sin hervirla, y todos los alimentos debían ser cocinados, incluso las frutas. De esa manera se podía combatir la fiebre tifoidea, generalmente la primera epidemia que aparece en estas catástrofes.

 

Medios de comunicación

La radio Llanquihue, que funcionaba en el Centro Español, tenía todos sus equipos destruidos, pero su planta transmisora –en Santa Teresa- se mantuvo en pie, con lo cual se trasladó hasta allí para seguir transmitiendo.

 

El edificio del Diario “El Llanquihue” (Que estaba en su actual ubicación) quedó con serios daños estructurales y también en sus linotipias.

 

Los diarios y radios de Santiago pedían informaciones a sus corresponsales desde el único teléfono que se habilitó al día siguiente con equipo electrógeno en la Compañía, ubicada en calle Benavente.

 

Nuestro diario comenzó a reimprimirse el domingo 29, pero sólo con una hoja de noticias por ambos lados escrita en una máquina liviana movida a pulso. El 31 de mayo se amplió a cuatro páginas y el 18 de junio volvió a la normalidad con sus seis páginas habituales para esa época.

 

Ayuda 

Al imponerse de la situación de las ciudades de Valdivia Chiloé (Con desiguales efectos, dependiendo de la ciudad), las autoridades de gobierno se movieron rápidamente y consiguieron ayuda internacional, especialmente del gobierno norteamericano.

Se estableció un puente aéreo entre la recién terminada pista de El Tepual- que milagrosamente no se agrietó ni sufrió daños, de lo contrario Puerto Montt habría quedado aislada del resto del país- y los aeropuertos del país y del extranjero.

 

Globemaster

Aterrizaron en El Tepual 73 transportes aéreos con toneladas de alimentos, vestuario y auxilios médicos que venían, principalmente, en los enormes e imponentes Globemaster norteamericanos. 15 aviones de este tipo aterrizaron en El Tepual. Se habilitaron hospitales de campaña (uno de ellos instalado en la actual población de lago Chapo, y luego, en el sector del Puerto Petrolero, ex Estadio Fiscal, con capacidad para 300 personas y su correspondiente personal médico.

 

También desembarcaron 10 helicópteros y camiones que sirvieron para evacuar a las comunidades aisladas de la zona. Toda esa operación estuvo al mando del general estadounidense William Fisher.

 

Por varios meses se repartió ayuda

La enorme cantidad de ayuda proveniente de los países vecinos y solidarios con en el triste momento de los habitantes del sur de Chile fue repartida a la población desde las bodegas de almacenamiento que se improvisaron en lo que quedó del Hospital, en los terrenos que actualmente ocupa la Intendencia Regional.

 

Estas labores se extendieron por varios meses hasta que la población se recuperara de la terrible experiencia de vivir un cataclismo pavoroso que deja la figura del ser humano muy disminuida, tal vez, indefensa ante las fuerzas de la naturaleza.

 

Lo que vendrá después es la lenta y ardua reconstrucción de la ciudad, a lo cual la población se abocó con gran espíritu y colaboración.

 

Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt: “Edición Especial SIGLO XX”, viernes 31 de diciembre de 1999, pp  32-34

 

 

 

DOCUMENTO N° 7: “EL DRAMA Y DESTRUCCIÓN DEL TEMIDO MAREMOTO”.

 

Si bien es cierto que en Puerto Montt el terremoto fue enormemente destructivo, afortunadamente no se produjo el posterior maremoto que sí ocurrió en otras ciudades de la provincia y también en las costas occidental y noroccidental de la Isla grande de Chiloé.

 

Gracias a su ubicación geográfica que atenuó el avance de la enorme ola marina, los puertomontinos se salvaron del aterrador “tsunami “y sólo se observó en la bahía un mar muy agitado y turbio que provocó marejadas sin relevancia.

 

Buzos y escafandra 

Una situación muy similar se vivió en Calbuco, donde las olas reventaban con mayor fuerza en la costanera. En las orillas de la isla de Calbuco y las ínsulas aledañas, sí hubo otra tragedia de la que no se ha hablado mucho, pero que lamentablemente costó al menos una decena de vidas .

 

Se trata de los buzos mariscadores a escafandra (buzo con traje hermético y casco de bronce al que se le suministraba oxígeno desde la superficie a través de una manguera) quienes fueron sorprendidos efectuando su oficio cuando se desató el cataclismo. A los pocos minutos las corrientes submarinas se volvieron incontrolables para ellos y sus ayudantes en la superficie que perdieron la calma.

 

Ante la desesperación, muchos de estos buzos quisieron subir rápidamente sin tomar las precauciones del caso y realizar la necesaria descompresión. Otros vieron cortados sus suministros de oxígeno, cuando sus ayudantes perdieron el control del bote y volcaron o zozobraron.

 

Pero en Maullín, Carelmapu y Ancud la situación marítima fue catastrófica, quizás mucho más que el terremoto mismo que también dejó muchos daños.

 

Peor que el terremoto 

En Ancud, de acuerdo a los informes escritos por el Capitán de Puerto, la primera evidencia de un maremoto fue un aumento en el nivel del mar de aproximadamente un metro, veinte minutos después del terremoto.

 

Luego de esta elevación, el mar comenzó a recogerse aumentando rápidamente la velocidad de su desplazamiento.

 

Primero se presentó como una gran corriente en el golfo de Quetalmahue en dirección oeste a este y luego de sur a norte para salir en la bahía de Ancud. El recogimiento fue enorme quedando completamente descubiertos los fondos del veril de cinco metros.

 

La costa de la bahía fue azotada cincuenta minutos después del terremoto por una gran onda que se formó frente a ella y que parecía una muralla compacta de agua que avanzaba sin misericordia avasallando todo lo que encontraba a su paso.

 

Según estimaciones, esta ola en su comienzo alcanzó a tener quince metros de altura, pues el patrón de una goleta-que había sido arrastrada por el recogimiento inicial-comparó la altura de la ola con el mástil de su embarcación.

 

“La Arena ”

A poco de llegar a la costa de Ancud la ola disminuyó a una altura de cinco metros luego de golpear violentamente contra la costa noreste de la península de Lacui. Gracias a este obstáculo y a la presencia de la isla Cochinos, la acción devastadora de la ola se atenuó aún más en el sector del río Pudeto y su desembocadura. Pero así y todo, el mar se llevó todo lo que estaba construido en los sectores bajos, especialmente el barrio “La Arena” (compuesto por muchas casas de madera) que desapareció del mapa.

 

Se ha podido constatar que las aguas de la bahía ancuditana están actualmente más altas, lo que refleja claramente el hundimiento del terreno experimentado a raíz del terremoto.

 

Recolectores

Una parte importante de los muertos y desaparecidos que dejó el maremoto en Chiloé fueron familias recolectoras de mariscos (machas y almejas, entre otros bivalvos) que fueron tragados por las olas mientras sacaban esos productos.

 

Hay constancia que en la hora en que ocurrió el maremoto había marea baja, con lo cual decenas de familias-esparcidas por varios rincones de las islas que conforman el archipiélago- aprovechando el día festivo se internaron en la playa para buscar el producto que les alimentaba, y que, al mismo tiempo, les proporcionaba el sustento para vivir.

 

Después del maremoto no alcanzaron a huir de los sectores bajos de la costa, pues los caminos que subían por los escarpados cerros estaban a varios minutos de caminata.

 

 Como resultado, fueron engullidos por el mar y durante los días posteriores, las aguas fueron paulatinamente entregando los cuerpos de los malogrados recolectores.

 

Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt: “Edición Especial SIGLO XX”, viernes 31 de diciembre de 1999, pp  34

 

 

 

DOCUMENTO N° 8: “EL DOLOR DE LAS CIUDADES EN RUINAS”

 

No sólo en Puerto Montt y Puerto Varas se dejó sentir el cataclismo de 22 de mayo de 1960. También en la zona costera de Maullín, Carelmapu, Ancud, Castro y otras ciudades de la Isla Grande de Chiloé.

 

En Calbuco la fuerza del terremoto derribó varias casas antiguas y sembró el pánico en la población, pero no hubo víctimas fatales y los daños materiales fueron significativamente menores si se compara con lo que ocurrió en otros lugares de la provincia. La razón: el suelo de la isla de Calbuco y la parte continental de la ciudad es de origen rocoso y soportó de mejor forma los violentos embates sísmicos.

 

Pavor en Castro 

Durante el terremoto nadie se podía sostener en pie y las casas y las casas que no se derrumbaban se inclinaban dramáticamente hasta casi tocar el suelo. Los gritos y súplicas de muchas personas pidiendo perdón se confundían con las aterradoras caras de quienes veían que todas sus pertenencias desaparecían en cosa de segundos.

 

Ese era el cuadro que se pintaba en Castro con el terremoto. Cuando los habitantes aún no se reponían del fuertísimo movimiento telúrico, se dio la alarma de incendio en calle Thompson, producida por el volcamiento de una cocina quince minutos después de cataclismo. En la casa del juez letrado, Domingo Yurac, comenzó el fuego.

 

Los trabajos dispuestos para combatir el fuego resultaron agotadores para las compañías de bomberos por falta de agua, pero se lograron controlar las llamas alrededor de la medianoche de ese mismo día domingo.

 

Todo en el suelo

Las casas de cemento de la calle Blanco y otras como Pedro Montt, Lillo y San Martin quedaron en el suelo; en tanto, las obras portuarias resultaron inundadas y destruidas en su totalidad en la costanera. Al llegar la noche mucha gente se reunió en la Plaza de Armas o Plaza Prat resignadas, pues seguía temblando y no sabían si iba nuevamente a ocurrir un segundo terremoto.

 

En la madrugada del lunes se declaró otro incendio en la propiedad del comerciante Luis Barría que no vino sino a opacar aún más el dantesco panorama. Al igual que el anterior, se pudo apagar sólo horas después de ardua labor.

 

Catedral de Ancud 

En Ancud las noticias tampoco eran muy alentadoras. Muchas casas y el comercio céntrico de la ciudad se derrumbaron o quedaron dañadas.

 

La construcción que hasta entonces otorgaba un interés particular a esta ciudad era su catedral-levantada en 1907- que tenía una enorme torre de acero en el centro, la cual quedó ladeada y con el peligro inminente de venirse abajo.

 

Las autoridades decidieron dinamitar la torre en la base que la conectaba con el techo de la catedral para que no se cayera intempestivamente y causara  más desgracias. Efectuaron el procedimiento y, según cuentan quienes lo presenciaron, la torre se elevó varios metros en línea recta para luego caer en picada, romper el techo de la catedral y quedar en el piso cerca del altar.

 

Al cerciorarse las autoridades de los severos daños en que quedó esta edificación, se decidió finalmente derribarla y construir una nueva iglesia en su lugar- mucho más pequeña- la que se mantiene hasta nuestros días.

 

Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt: “Edición Especial SIGLO XX”, viernes 31 de diciembre de 1999, pp  36

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