Dos antibióticos comunes, útiles contra la tuberculosis resistente

CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- De momento sólo han demostrado su eficacia en el laboratorio pero, de confirmarse en ensayos en humanos, estos resultados supondrían un importante avance en la lucha contra una enfermedad que provoca millones de muertes al año. El ácido clavulánico y el meropenem, dos antibióticos presentes en los botiquines de muchas casas, acabaron tanto con cepas comunes de bacterias de la tuberculosis como con otras extremadamente resistentes a los tratamientos convencionales.

La comunidad científica se ha lamentado con frecuencia de la falta de nuevos fármacos para la lucha contra el bacilo de la tuberculosis (sólo hay algunos en investigación). Esta bacteria –'M. tuberculosis', descubierta por el médico alemán Robert Koch en 1882- suele ser sensible a antibióticos como la isoniacida, la rifampicina o el etambutol y tras un tratamiento de seis meses sucumbe a estos agentes y muere. Sin embargo, algunos de estos microorganismos han evolucionado y se han vuelto inmunes. Son las llamadas cepas multirresistentes (MDR), que no responden a uno o dos medicamentos, y las extremadamente resistentes (XDR), insensibles a todos ellos.

En la actualidad, cerca del 5% de los nueve millones de casos de tuberculosis que hay en el mundo corresponden a cepas XDR, presentes en unos 50 países, cuya mortalidad alcanza el 90% en algunos casos. La esperanza de estos pacientes se fragua en los laboratorios de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York. Allí, un equipo de investigadores ha estado trabajando con dos familias de antibióticos de sobra conocidos: los betalactámicos y los inhibidores de las beta-lactamasas.

Los primeros, a los que pertenecen la penicilina y sus derivados, suelen ser los fármacos de elección para un amplio espectro de infecciones, aunque nunca han sido útiles contra la 'M. tuberculosis'. La razón se descubrió al secuenciar el genoma de esta bacteria. Su enzima beta-lactamasa (una clase A de espectro extendido) le confiere resistencia frente a estos antibióticos. No solo eso, además, apenas es sensible a sus inhibidores.

Minucioso estudio de la beta-lactamasa
Pero el equipo dirigido por John Blanchard, profesor de bioquímica de la citada facultad y autor principal del estudio, no cejó en su empeño de dar con una nueva forma de combatir esta bacteria. Tras varios experimentos con numerosos antibióticos, y después de un exhaustivo estudio de la beta-lactamasa, se percataron de dos cosas: el meropenem (un betalactámico) tardaba más tiempo que los demás en ser destruido por la enzima y el ácido clavulánico (un inhibidor de la lactamasa) era capaz de bloquear su actividad.

Así que decidieron probar una combinación de ambos (un inhibidor enzimático más un β-lactámico), una asociación muy común en medicina para tratar infecciones que, sin embargo, casi no se ha empleado contra 'M. tuberculosis'. Empezaron por añadir una dosis doble de la mezcla a unos cultivos de laboratorio de cepas normales y vieron como las colonias desaparecían entre nueve y 12 días después.

Entonces probaron con un modelo que imita las infecciones persistentes, que suponen un problema común en el tratamiento de la tuberculosis. También funcionó. Por último, tomaron muestras de 13 pacientes con la forma XDR de la enfermedad y el ácido clavulánico y el meropenem acabaron con ellas con la misma eficacia que si se tratara de una cepa común.

Dos ensayos clínicos a la vista
"Este es un gran ejemplo de cómo en un ambiente de colaboración, la vieja y pasada de moda ciencia basada en una hipótesis puede tener consecuencias clínicas", ha declarado Blanchard. "Este descubrimiento puede ser uno de los más prometedores dentro del campo de la tuberculosis desde el hallazgo de la isoniazida [primer fármaco eficaz contra la tuberculosis]. Es muy excitante", añade en una nota de prensa William Jacobs, profesor de microbiología e inmunología de la facultad Albert Einstein.

Dados los buenos resultados, se han puesto en marcha los planes para llevar a cabo dos ensayos clínicos con pacientes. El primero, dirigido por uno de los autores del trabajo, daría comienzo a finales de este año en Corea del Sur e involucraría a 100 pacientes. El otro, que también tendría lugar en 2009, contaría con menos participantes y se haría en Sudáfrica, uno de los países más afectados por las cepas resistentes.

Tanto el ácido clavulánico como el meropenem están aprobados por la FDA y la EMEA, las autoridades competentes en materia de fármacos en Estados Unidos y Europa. Además, "ambos están lo suficientemente libres de efectos secundarios como para que su uso pediátrico en niños mayores de tres meses reciba el visto bueno", concluye el trabajo publicado en el último número de 'Science'.
fuente. http://www.elmundo.es

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