El corcho, elemento esencial de la botella de vino

Dice el viejo adagio que si no se rompen huevos, no se puede hacer una tortilla. En la misma línea se puede decir que no se bebe vino si no se descorcha la botella previamente. Y es que el corcho es el cierre lógico de la botella (a pesar de la ascendente tapa a rosca), que suele pasar desapercibido pero que cumple una función esencial para conservar las calidades del vino.

Tradicionalmente, el corcho proviene de la corteza del alcornoque, un árbol que se da muy bien en Europa y el Norte de África. Se suele retirar la corteza con regularidad, aunque con intervalos suficientes para que el árbol se reponga.

Una de las ventajas del corcho de alcornoque es que su porosidad natural permite la entrada de un mínimo de aire a fin de que el vino continúe su evolución. En ese sentido, para Antonio Palacios, presidente de Asociación de Enólogos de Rioja (España), el corcho ideal para vinos de larga guarda es el corcho natural proveniente de cortezas que tienen más de 12 años.

Sin embargo, los materiales sintéticos son los más populares en la industria del vino. Tienen la ventaja de ser más resistentes e higiénicos que el corcho natural, aunque son menos elegantes. Este cierre es ideal para vinos jóvenes. Además es adecuado para ser utilizado por las embotelladoras automáticas.

En síntesis, ambos corchos tiene defensores y detractores, pero una vez extraído del gollete de la botella todos se abocan a disfrutar de las bondades del vino.

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fuente. http://www.lanacion.com.ar