Caso Madoff ¿Cómo pudo burlar los controles?

Ya dice el refranero popular que ‘nadie da duros a cuatro pesetas’. Ni siquiera en las altas finanzas. Cuando el malherido sistema financiero comenzaba a recuperarse del mazazo asestado por la quiebra de Lehman Brothers, el pasado viernes se descubría la mayor estafa de la historia. El gigantesco fraude de Bernard L. Madoff (Nueva York, 1938) hizo temblar los cimientos de Wall Street, el epicentro económico mundial, y extendió sus tentáculos por casi todo el planeta.

Si el gurú neoyorquino fue capaz de poner en circulación durante décadas un fondo con rentabilidades fuera de mercado que llegaron al 12%, sólo pudo ser mediante una estafa piramidal clásica basada en un método de lo más sencillo: con el dinero procedente de los nuevos inversores, el ex presidente de Nasdaq pagaba al resto de clientes. Nadie se percató de ese simple engaño hasta que la crisis hizo añicos la estructura y el timador confesó su fechoría a sus hijos. En el camino pueden haberse perdido la friolera de 50.000 millones de dólares –cerca de 37.500 millones de euros–.

Ahora, todos los afectados se hacen la misma pregunta: ¿cómo es posible que el organismo supervisor estadounidense –la SEC– no detectara a tiempo la macroestafa? «Para llevar a cabo un desfalco de tal magnitud, hace falta tener implicada a muchísima gente», opina el director general de Mercagentes, Alberto Zumárraga.

Mientras los investigadores intentan desenmascarar a los posibles cómplices del afamado ‘tiburón’ del parqué, la lista de damnificados por el escándalo crece sustancialmente. Bancos, aseguradoras, fondos de pensiones, inversores... La trama ha acabado por afectar directa o indirectamente a gran parte de los principales agentes financieros españoles. Y, por ende, ha provocado que la confianza en el sistema se resquebraje a un ritmo vertiginoso.

A la cabeza de las más que probables pérdidas derivadas del ‘caso Madoff’ se sitúa el Banco de Santander, con 2.330 millones de euros. Le sigue el BBVA, con alrededor de 300, y aún a una mayor distancia las gestoras de numerosas entidades que se han dejado cifras por encima de los dos millones de euros. Banca March, La Caixa, Banesto, Caja Madrid, Telefónica... Incluso cajas de menor tamaño, como la Kutxa, están atrapadas, aunque en menor medida, en una trampa que ha abierto un ‘agujero’ de 106,9 millones sólo en los fondos de inversión. A esa cantidad se suman los préstamos a clientes preferentes perdidos en el camino y las participaciones directas. ¿Podrán recuperar el dinero? «Seguramente no. Si acaso, una mínima parte», coinciden los expertos consultados. El Santander ha contratado a un bufete para sus acciones legales, pero aquellos que no sean afectados directos «lo tendrán aún más complicado».

Amigo de banqueros

Es un secreto a voces que Madoff se movía como pez en el agua en los ambientes más selectos. Para captar a sus desafortunados inversores, el estafador frecuentaba los clubs de golf de Florida y las glamourosas pistas de esquí de Suiza, lugares donde se citan habitualmente los banqueros. De ahí que esos magnates de prestigio recomendaran luego sus productos de riesgo a los clientes con las cuentas corrientes más jugosas, ricos con ganas de escalar en el escalafón de los millonarios y generalmente bien asesorados.
¿Cómo fueron capaces de darles gato por libre? Es la gran incógnita, «porque no es lo mismo hacerle el timo de la estampita a un señor en la estación de Atocha que a un profesional de ese tipo», como bien relata el presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI) y catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, Emilio Ontiveros. Sólo ha trascendido que la firma ‘Bernard L. Madoff Investors Securities’ se presentaba de cara a la galería como intermediaria entre vendedores y compradores de acciones. Ésa era la tapadera. En paralelo, su fundador montó un club secreto, independiente de la matriz, a través del que asesoraba y movía el dinero sin que las autoridades reguladoras pudieran hacer preguntas impertinentes.

El caso es que Madoff comercializó unos fondos que, a su vez, pasaron a formar parte de otros productos similares. De ahí que, de refilón, el timo haya contagiado a múltiples entidades europeas en apenas dos décadas de vida. Ahí se ve el lado oscuro de la avaricia, que en ocasiones rompe el saco. «El problema es que la codicia casa demasiado rápido con la estupidez», defiende Ontiveros.

La cadena encargada de extender ese ‘virus’ encubierto funcionaba a la perfección, por mucho que salieran a la luz un puñado de denuncias sobre su dudoso funcionamiento. Esas anomalías deberían haber servido para poner sobre la pista a la SEC, que ahora se lava las manos. «Nunca fueron informadas a la comisión para que ésta actuara», alega ahora el actual presidente de la institución, Christopher Cox.

Las miradas también se dirigen a la Fiscalía –dirigida curiosamente por el marido de una sobrina de Madoff– por no detectar irregularidad alguna pese a los indicios. Tan extrañas resultaban las operaciones de Madoff, que algunos bancos enviaron experimentadas delegaciones a Nueva York, pero regresaron a sus centros de operaciones convencidos de que el antiguo broker era un auténtico mago de las finanzas.

Vuelta a la transparencia


Cuando la crisis empieza a hacer mella en la economía real, con el paro desbocado y el consumo por los suelos, los escándalos financieros que salpican el sistema no ayudan precisamente a realizar inversiones de riesgo. Se busca seguridad. Muchos especialistas prevén a corto plazo un ocaso de los ‘hedge funds’ –fondos de inversión libre– y sofisticados productos similares, entre ellos el propio vicepresidente económico, Pedro Solbes. Incluso se empieza a dar un progresivo proceso de retirada de dinero, fundamentalmente en la banca privada. ¿Qué pasa? Que la gente «no se fía». Zumárraga detecta cada vez más esa desconfianza: «a muchos el fraude les ha llegado de rebote y casi sin darse cuenta. Eso puede producir ahora una vuelta a la transparencia –vaticina–. Aquí hay un problema claro porque ha fallado algo, de modo que cuanto antes se solucione, menos tardará el sistema en recuperarse».

Otras gestoras de fondos de alto riesgo admiten que su imagen ha quedado seriamente lastrada por el último escándalo, hasta el punto de que captar nuevos clientes se ha convertido en una misión casi imposible. A ello ha contribuido decisivamente que el mayor fraude de la historia se haya desvelado en diciembre, en plena campaña de captación de cantidades de cara a un ahorro fiscal.
«Sólo queda esperar a que escampe», ilustra un portavoz de una compañía con solera. Existe quien, ante esta situación, ha dejado de comercializar en España esos fondos de inversión libre. Es el caso del banco suizo UBS. Todo por el miedo a un nuevo escándalo de grandes proporciones. Nadie lo descarta, «porque los fallos en la regulación y supervisión son evidentes», como constata Ontiveros.
fuente. http://www.finanzas.com

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